Seguramente sea la pregunta del millón. Es una interrogante que aún no tiene respuesta. Cuando menos incierto, dado el ocultismo que se vierte sobre un posible proceso reformista de la gestión y el ordenamiento cinegético en nuestra comunidad.
Abril el “melón” de la reforma requiere de información. Debe decirse con la suficiente nitidez para qué y hasta donde se quiere llegar. Mucho me temo que el poder ocupacional de turno, al igual que sus predecesores, nos hurte a los cazadores el debate de ideas y excluya la representatividad. Nos venga impuesto un paroxismo reduccionista de nuestra actividad que pueda zarandear el sistema de equidad reinante y comprometer la estabilidad del estado participativo de la cinegética asturiana.
En relación con este asunto, algo se intuye pueda suceder, si nos atenemos a una afanosa rumorología, supuestamente versada, según sus instigadores, que flota en el ambiente venatorio astur. Quienes hablan de aspectos cambiantes sobre artículos vitales del reglamento que desarrolla la vetusta Ley de Asturias de la Caza, como una posible medicina optima para el remedio de un trance marcado por el decaimiento oprobioso de la práctica venatoria, seguramente estén haciendo un ejercicio inadecuado sobre la necesaria credibilidad de un proceso anunciado, no explicado, inexplicadamente, del que los cazadores asturianos queremos saber. Hay silencio institucional muy elocuente y ello me hace predecir (espero estar equivocado; sería un buen síntoma) que ha de llegar el desvanecimiento (veremos en que grado) de un sistema pionero, singular, atractivo y justo en su concepción y desarrollo del que venimos disfrutando los cazadores asturianos desde 1989
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