La cuestión es saber si Asturias reúne los escenarios naturales
idóneos para el desarrollo y sostenibilidad dentro de su territorio de esta
especie cinegética. Para un ciudadano de
a pie, atento observador de lo que sucede en torno a la Fauna y Flora de
nuestra tierra, casi todo le hace presentir que, en el orden medioambiental no
se producen factores influyentes definitivos que no lo aconsejen. Es bien
sabido que la comunidad asturiana tiene el privilegio de estar dotada de una
extraordinaria naturaleza y climatología que le ha permitido albergar una
nutrida y variada riqueza de animales silvestres en plena libertad, bien
adaptados al medio, sin las ataduras que le suponen los vallados o cercas de
otros sitios. Las causas que lo impidan serán de versión distinta a este planteamiento
Es
la Cabra Hispánica, también llamada Cabra Montés, especie única y señera,
originaria de la Península Ibérica, con variantes de distinción morfológica, dependiendo de su
lugar de colonización. Su distribución geográfica se encuentra con fuerte
densidad de ejemplares en todos los sistemas montañosos de los dos países
peninsulares, a excepción de la
vertiente norte de la Cordillera Cantábrica, muy especialmente en su parte
asturiana. Su caza es uno de los máximos exponentes cinegéticos de nuestro país
siendo su llamativo trofeo muy codiciado por los numerosos incondicionales de
su caza debido a la fuerte atracción que les ejerce las excepcionales características que ostenta en
cuanto a las formas y el tamaño de la cornamenta del macho, motivo que hace posible
la llegada continua de cazadores de todas las partes del mundo a sus zonas de asentamiento.
Ello
quiere decir que, la posibilidad de hacer un lance a un ejemplar adulto, entrado
en años, luciendo su espectacular emblema más característico, supone para el
cazador tener que pagar un coste económico de alto precio (exclusivo para
personas de altísimo nivel adquisitivo), de cuyo total, una parte sustancial revertirá
en las arcas de los ayuntamientos enclavados en las distintas reservas de caza,
siempre con el añadido de los gastos que sobrevengan motivado por los días de
estancia que dure el permiso.
Consolidar
una importante densidad de este bóvido en algunas de las zonas determinadas sin
interferencias con la cabra doméstica, compitiendo por los pastos, sea muy
posiblemente, uno de las dificultades sólidas
que habrá que tener en cuenta para ser superados.
Una situación de pretendida convivencia compartiendo hábitat con otros
herbívoros, por distintas causas de especial significado, entre la que cabe
considerar la posible promiscuidad entre unos y otros, motivo de una supuesta
transmisión de enfermedades a la especie salvaje, pudieran ser elementos
añadidos a la crónica de un fracaso anunciado, puesto que, en este sentido, se
tienen antecedentes en Asturias de frustrada experiencia debido a esto, derivadas
de un anterior intento de introducción en condiciones que no fueron las más
adecuadas.
Tal
y como están las cosas, prevalecen el pastoreo del ganado lanar y cabrío y lo que
produce la industria transformadora de la materia prima que genera. Ello no es
definitivo que impida el hallazgo de alternativas, para que el Macho Montes
colonice espacios aquí, tenga vivencias y pueda llegar ser, protagonista
principal de abundantes lances en nuestra tierra asturiana al igual que sucede
en otros lugares con la complacencia de los lugareños, que es obvio, son conocedores de la contribución que ha
tenido la llegada de esta especie en el desarrollo económico y social de su
comarca.
En
cuanto a considerar otro tipo de valoración llamado a tener especial incidencia
negativa si no se prevén soluciones, se
debe de tener en cuenta que Asturias es en la actualidad, tierra de lobos, es decir:
tiene uno de los que más, sino el mayor
porcentaje de concentración de toda España en razón a su capacidad de acogida
dentro de sus límites geográficos, de individuos de esta especie, por mucho que
se empeñen en decir lo contrario quienes son sus defensores. Este formidable
carnívoro campea sin cesar a lo largo y ancho del abrupto ecosistema asturiano
en busca de alimento, inclusive se le empieza a ver, al igual que en tiempos pretéritos, en algunos arenales de la
costa asturiana, síntoma inequívoco de
una prolífica existencia y expansión.
Quizás
aquel ciudadano, escaso de contacto con el medio ambiente o desinformado, no
tenga esta sensación, pero la realidad es esa. El cánido predador ha encontrado
en la espléndida densidad que muestran algunas especies de caza una gran parte
de su dieta. Se lo hemos puesto en bandeja los cazadores. Es evidente que
introducir la cabra en las condiciones antes descritas, sería altamente perjudicial
para el buen fin del proyecto. Pero se puede hacer. Es un deseo muy
compartido. Habrá quien lo haga. Proponérselo es solo cuestión de voluntad
política.