Suelta de venados, por la
Sociedad Astur de Caza, en Ibias-aSTURIAS
Esta modalidad de caza, sin duda, ha sido el hecho diferencial debido a la consistencia de sus resultados. La especial idiosincrasia de nuestra orografía asturiana, ha permitido el desarrollo de especies emblemáticas, por obra de un bien elaborado sistema de actuaciones comprometidas, de forma muy especial en el control, protección y fomento de la fauna venatoria en los cotos sociales de la Astur. Una forma de estudio minuciosa y entendida, determinaba con exactitud, las zonas a constituir como acotado. Una vez incorporados estos terrenos de caza a su administración, por concesión de los Ayuntamientos y previo acuerdo económico y de mejoras a la ciudadanía (fuentes, abrevaderos, arreglos de caminos, etc.), se pasaba a su planificación y disgregación en lotes. Estos quedaban debidamente delimitados en función de sus características presentes y futuras y en base a sus posibilidades de crecimiento. Hubo cotos y lotes de los mismos, especialmente emblemáticos, dados sus resultados, en forma cuantitativa de ejercer lances y por su capacidad de aprovechamiento.
Suelta de venados en Ibias, por Sdad. Astur de Caza
Buscando siempre la eficacia que le otorgase capacidad de servicio a sus bases, esta asociación apostó por la innovación en sus trabajos. Introdujo en la década de los cincuenta, especies cinegéticas con objetico de consolidarlas en cuanto a densidad y diversidad se refiere. Fueron efectuadas repoblaciones de cabra hispánica (macho montés) en la sierra del Cuera (Llanes y Cabrales) y en el Valle de Angón (Amieva ), no siendo posible su consolidación y asentamiento en estas de características tan privilegiadas. Una fuerte implantación de cabras domesticas, en estos agrestes terrenos de Angón, parece ser, fue la causa principal (por su cruce) que imposibilitó la continuidad de esta especie.
No hubo paréntesis sobre estos tra
bajos de repoblación y nuevamente se adoptaron medidas con otra especie, también no autóctona, Se gestionó la posibilidad de incorporar el Venado a los nacientes cotos sociales. Esta pieza de caza mayor (nos encontramos con referencias de haber existido en algunos montes de nuestra Comunidad, seguramente hace más de doscientos años, desapareciendo totalmente), habitual residente de los montes de Toledo y Sierra Morena, fue introducida para su reaclimatación por la Astur, en un numero de 40 crías de, entre los años 1953, 1954 y 1955, en los montes de Cuetu Velleru-La Marea (Piloña) y Llaimo (Sobrescobio), Todo un éxito, las sueltas de estas crías, pues una vez pasado el tiempo, su reproducción, fue el origen de numerosos núcleos de población de venado en los cotos de caza de Aller, Sobrescobio, Laviana- Caleao (Caso), Nava y Piloña, pertenecientes a la Sdad. Astur de Caza y para el coto particular Muniacos y Semeldón, lindante con el de Piloña-Nava. Con posterioridad, en el año 1974, en el concejo de Ibias, fueron soltados 28 venados, en distintas zonas de este coto. Cinco en la braña de Bustelo, o Brego, siete en los Cruces de Algüerdo y dieciséis en los montes de Leituelos y Salvador. Lo que ha supuesto para nuestra Región, la presencia de estos ungulados, su ritmo vital y nivel poblacional, se considera como un recurso natural renovable, de gran riqueza y su caza atrae a cazadores de lejanas tierras; además de la oportunidad que se concede a los nativos de su disfrute. Es justo reconocer por tanto, el merito contraído por la Astur y la importancia que se le concede en la adaptación y desarrollo de esta nueva especie en Asturias.
De forma progresiva, la Astur, consolidaba terrenos de caza, dotándoles de normativas y medidas de seguridad. Se contrató personal de guardería, conocedores de la zona, por su residencia en la misma, con conocimientos suficientes para el cumplimiento de su nueva profesión. Llegaron los primeros acotados, denominados, por la singularidad de su configuración, como cotos sociales y sobre ellos fueron confeccionándose los sucesivos planes técnicos de caza y según la densidad de su hábitat, se expidieron los primeros permisos. Pronto se alcanzó una afluencia de aficionados (la idea era llamativa, pues nunca antes, la inmensa mayoría de aficionados habían tenido la oportunidad de ejercitar esta práctica) que originó la necesidad de regular el régimen participativo en condiciones de equidad. Se inscribieron las primeras cuadrillas de caza mayor y para tener opción a ejercitar esta modalidad se instauró una cuota obligatoria supletoria, complementaria de la regular que, de alguna forma, paliase el montante inversor que suponía el mantenimiento de toda aquella estructura recién creada.
De la importancia y capacidad de acogida de la Astur, baste decir, en cuanto a caza mayor se refiere, que se llegaron a constituir anualmente más de 300 cuadrillas, cada una con un número de cazadores, no inferior a siete y máximo de diez. En las solicitudes para el sorteo de los cotos, se admitían dos cazadores reservas en prevención de posibles faltas y al igual que los demás no podían inscribirse en otras instancias. Las especies que se autorizaban a cazar eran el Corzo, Rebeco, Jabalí, Venado y Urogallo (esta caza quedó suprimida en la Astur en el año 1977). Las batidas o monterías, así como los recechos, constituían procedimiento empleado, con fuerte sujeción a las normas, que para cada modalidad se establecían. Cara al público se efectuaban los sorteos de las solicitudes presentadas, a las que se le asignaba un número, según fueran llegando a secretaría. Todas dejaban constancia de la preferencia de los lotes, y en base a esta marcada prioridad, según fueran saliendo los números del bombo, de lo que fuera quedando se escogía.
Para la caza del venado, en un principio a rececho (su gran densidad posibilitó posteriormente su aprovechamiento también en batida) y sobre áreas (denominadas zonas) de un marcado perfil muy distinto a los lotes normales (de una extensión territorial superior) y con el objeto de un reparto proporcional, se instrumentó un sistema de rotación para las cuadrillas, imposibilitando duplicidades en períodos cortos de tiempo, no inferior a los cinco años.
El número de piezas que podían abatirse, variaba en cuanto a la composición numérica de cazadores inscritos en las solicitudes. Permisos de siete u ocho cazadores, un rebeco o un corzo y dos jabalíes; permisos de nueve y diez ,un rebeco, un corzo y dos jabalíes, o bien dos rebecos y dos jabalíes dos corzos o dos jabalíes (según lote).
En cuanto a los cotos sociales, estos, formaban un amplio conjunto de terrenos cinegéticos régimen especial con presencia en municipios con ubicación hacia la cordillera cantábrica y el centro de la región. Excepción hecha de Ibias. Quedaban desglosados, dada su extensión, en lotes, con asignación individual de personal de guardería. El coto 10.003 de Amieva -Carombio-Río Melón- (lotes 1, 2 y 3), el 10.006 Caleao-Caso (4,5 y 6), el 10.008 de Onís-Cangas (7), el 10.009 de Pilóña-Nava ( 8,9,10 y 11), el 10.018 de Aller (12,13,14,15,16,17 y 18), el 10.020 Sobrescobio (20,21,22 y 24),el Raigosu-Laviana (23), Ibias (25,26,27 y 28) y posteriormente el coto de la Belga-Balbona-Siero, de setecientas hectáreas. Todos los límites de estos lotes, se encontraban suficientemente señalizados con la suficiente amplitud en cuanto a sus demarcaciones.
Estadísticamente quedan recogidos los datos aportados en cuanto al número de capturas conseguidas en estos cotos. De su capacidad hablan por sí mismos, sus logros. Nada comparable a la actualidad, en donde las especies venatorias, han tenido una vertiginosa colonización de espacios naturales; el corzo, jabalí y Venado, se han instalado en nuestras sierras, alcanzando una fuerte densidad, derivado del despoblamiento rural y abandono del laboreo de nuestras praderías, convertidas hoy en su inmensa mayoría, en tierras yermas, cubiertas de vegetación y arbustos, lo que ha permitido un desarrollo, nunca antes visto, de estos animales salvajes. Por lo tanto, no se puede comparar el estado actual de las cosas, con tiempos pasados. Tengamos en cuenta que la Sociedad Astur de Caza, los cotos que administraba, le habían sido entregados en estado de ruina, lo que propició y tuvo lugar un enorme trabajo, de control protección y fomento de la residual fauna de caza que tenían.
Llegados a la temporada 1972/73, el resultado de las cacerías de caza mayor, nos transmitía un balance esperanzador, cuantificados en, Venados 15, Corzos 56, Rebecos 123,Jabalíes 51 y 5 urogallos, que daban un total de 260 piezas abatidas. Un hecho sin precedentes, ya no solo en la cornisa cantábrica, sino que también en el resto del país. Era, sin duda, el resultado de un descomunal esfuerzo proteccionista. Aquí en aquellos momentos, aquel estado de las cosas en torno a estos cotos sociales, se inició el germen que nos ha traído abundancia. Hoy cualquier terreno cinegético asturiano, sometido a control de su gestión, no carece de de esta riqueza que forman las especies de caza.
Ya, en la temporada 1980/81, estas cifras se incrementaban sustancialmente; lo que viene a corroborar la magna obra construida por la Astur. En el coto de Amieva se cobraban 7 corzos, 40 rebecos y un jabalí, en rececho 3 rebecos; en Onis Cangas 3 rebecos y 1 jabalí; en Piloña-Nava 14 corzos, y 1 jabalí; en Caleao-Caso 27 corzos, 42 rebecos y 1 jabalí, en rececho 28 rebecos; en Sobrescobio 27 corzos, 35 rebecos y dos jabalíes, en rececho 10 rebecos; en Laviana 7 corzos y 9 rebecos, a rececho 1 rebeco; en Ibias 8 corzos y 1 jabalí. A falta de contabilizar los venados machos abatidos, no tengo datos exactos, pero considero que han pasado de los 35. A tener en cuenta que, las batidas al jabalí, eran independientes de estas cacerías de corzos, rebecos y venados, pues los permisos se expedían únicamente para estas especies en las condiciones señaladas. Se celebraba un sorteo único parta el jabalí, dando comienzo la temporada de esta especie, después de las últimas batidas a las especies mencionadas. Normalmente su comienzo quedaba establecido después del desmogue de los corzos, es decir a primeros de Noviembre. Pues bien en esa temporada su cifra llego a los 62 ejemplares. Durante aquellas temporadas, las piezas de jabalí cobradas en Asturias, quizás no llegase a las 300, lo que nos permite darnos una idea de la actual abundancia de este suido, cuyas capturas en nuestra comunidad, haya quedado establecida en el ejercicio anterior en 8500 ejemplares. Todo ello hace un cómputo que sobrepasa las 500 piezas de caza cobradas. De todas formas conviene decir que, algunos lotes, muy significativos y apreciados por los socios de la Astur, comenzaban a dar muestras de fatiga, ante la falta de oportunidades que no se concedían, en otras zonas de la Región, sometidas su gestión a particulares y algún excluyente local, así como también las Reservas de Caza, siempre proclives a no masificar su actividad. Los aficionados ante estas exclusiones, se concentraban (no disponían de otra opción), en la Sociedad Astur de Caza, lo que resultaba muy dificultoso atender. No había espacio ni tiempo.
He pretendido dar a conocer, con estas líneas, (a quien careciese de referencias) de forma global, la eficacísima personalidad, durante un espacio dilatado de tiempo (años 50, hasta los 80 y alguno más, pocos, del siglo pasado). Muchas cosas ocurrieron en el devenir de la Astur. Aspectos muy importantes de su composición orgánica, de sus estructuras administrativas, de la caza menor, de los delegados, de anécdotas y curiosidades, les serán relatadas de forma parcial, en otros capítulos de mi blog , al objeto de no aburrirlos y con el objetivo de conseguir su interés.
