En lo referente a la caza, una muy buena noticia como anticipo de lo que se prevé, por lo que puede llegar a suponer a las arcas de una paupérrima economía de nuestras asociaciones cinegéticas. Algo muy necesario, largamente reivindicado por los cazadores de forma unánime a través de actuaciones individuales, diversos colectivos y asociaciones, como es la competencia obligatoria contraída por los titulares de cotos de caza en los accidentes de tráfico que se producen por irrupción de especies cinegéticas en la calzada, obligadas a soportar los daños producidos a damnificados, será objeto de exclusión en el texto legal del proyecto de reforma de una nueva Ley de Montes que prepara el Ministerio de Agricultura, eximiendo a la caza de este tipo de responsabilidades en todos los casos, excepción hecha cuando los siniestros sean como consecuencia directa de una acción de caza colectiva llevada a cabo el mismo día.
No cabe duda que de conformarse una opción tan sumamente justa y necesaria, tendría especial incidencia en la sostenibilidad económica de un estamento deportivo, como es la caza, que se encuentra exhausto, agotadas las fuerzas, consecuencia de una gestión en precario, al borde del desfallecimiento, señalando abandono por incapacidad financiera. Debemos los cazadores congratularnos y vivir esperanzados porque suceda un hecho tan significativo para el devenir futuro de una actividad social, principal razón de su viabilidad, sin ánimo de lucro, siempre necesitada de un tipo de ayuda que amortigüe en la medida de lo posible su recesión.
Esta nueva Ley, antes de su promulgación, si es que llega a producirse, en la medida que lo haga (desde el propio Ministerio se dice que es objeto de modificaciones, ya veremos..), según mi criterio, será objeto de un intenso debate contradictorio por los mucho que entra en juego. Tengamos en cuenta que sobre el conductor que sufra el accidente, recaería el soportar los desperfectos que se puedan producir, algo a lo que es de suponer, se opondrán poderosas e influyentes compañías de seguros que se verían obligadas a evaluar y admitir en la contratación individual de sus pólizas en su renovada condición de responsables subsidiarias, la aplicación de clausulas preventivas en salvaguarda y defensa de los intereses de sus abonados, uniendose a estos actos, grupos conservacionistas del medio ambiente que ya han mostrado serias divergencias, por considerarlas fuera de lugar y altamente perjudiciales, sobre aspectos concretos de esta Ley.
Para quien aquí escribe, este articulista que les sirve en la medida de mis limitadas posibilidades, ve recogida en parte, la consolidación de unas aspiraciones, largamente expresadas a través de mis escritos señalados en la línea editorial en este blog de mi dirección y en otras colaboraciones literarias de mejor o menor expresión (siempre al fondo sin perder el norte reivindicativo que es lo principal), en otros medios de difusión, lo que me hace reafirmarme que no estaba equivocado. Hemos sido muchos los cazadores participantes en estas exigencias a la administración. Un sentir profundo como latido vigoroso salido del alma venatoria de nuestro colectivo, cuyo lamento, la fuerza de su pensamiento y acción, ha puesto a reflexionar al ejecutivo, sobre la mejor conveniencia de atender en esta ocasión, la persistente demanda que le hacen los administrados, en este casos concreto el sector de la caza.
Ya se alzan voces arrogándose para sí la titularidad de esta posible benéfica reforma. El oportunismo, algo que detesto, ha encontrado a través de este acto, la vía de exhibición, haciendo gala de sus pretensiones. Ya hay nombres propios que con grandilocuencia han salido a la palestra, obedecen en su composición a particulares, entre ellos, concretamente, el Sr. Sarasqueta, de la Oficina Nacional de la Caza (que será esto y para qué sirve) órgano tutelado y dependiente de la Federación Española de Caza, que una vez más, ha tomado posiciones al respecto, situándose en primera fila, dejando entrever, algo así, su personal y decisoria intervención en este asunto. No ha sido el único, desde luego, ha habido otro, un tal Sr. Villanueva, de la Asociación de Propietarios Rurales para la Gestión Cinegética, ¡casi nada! que parece se apunta también el tanto. Bueno será decir que lo conseguido hasta el tiempo actual, ha sido por obra y arte del clamor popular de las bases que a través de la presión ejercida, puesta en conocimiento de la administración por actuaciones racionales de elevado contenido solidario, ha obligado a ser tenidas en cuenta sus propuestas. No se deben confundir las cosas y menos dar a entender como verdaderas, cuestiones que no lo son. Tampoco quiero decir que estas dos personas hayan mirado para el otro lado, se hayan inhibido del problema, no es eso; pero de ahí a otra cosa, media un abismo. ¿no les parece?.
En definitiva y a lo que verdaderamente importa, el caso es que la caza, si el proyecto de reforma de la precitada Ley, tal y como está concebido, sale adelante, significará recibir oxigeno benefactor, para las exiguas arcas de las Sociedades de Cazadores Asturianas, abocadas en la actualidad, a tener que sostener el pago de dolosas pólizas de seguro, como garantía eximente de su responsabilidad en los perjuicios que ocasiona la fauna de caza en las vías de circulación