Sé que existe interés por el tema de la Sociedad Astur de Caza. Es una constatación que puedo apreciar por las entradas que se hace en mi blog (cuestión que agradezco, muy de veras a mis lectores); independientemente de otras referencias, de forma verbal, que así me lo hacen saber. Por tanto, escribir, sobre esta, en otro tiempo emblemática asociación de caza, cuyos recuerdos se alejan, pero no se olvidan del todo, es para mí un motivo de satisfacción que, a pesar del tiempo transcurrido de su período de máximo esplendor y eficacia, aunque nos haga mayores, cumple momentos emotivos de añoranza a quienes hemos tenido la oportunidad de practicar la caza (muchos asturianos y algún que otro residente, debidamente empadronados en nuestra tierra), bajo una ideología garante de un justo reparto equitativo de oportunidades para los cazadores
Sociedad regional a todos los efectos, circunscribía dentro del territorio provincial, el despliegue de todo su movimiento. Todo un hecho diferencial, pionero por su estructura social, en el panorama cinegético nacional. Algunas generaciones de cazadores, en especial aquella que por su juventud se han incorporado recientemente a la práctica de esta actividad venatoria y la anterior que la han precedido, quizás puedan tener la creencia, por lo que les hayan podido contar y algunos observar que no hubo una coyuntura mejor para esta Asociación y que la Astur siempre había mostrado esa tendencia negativa transmitida en los últimos años de su existencia, tal vez por los continuos y constantes desequilibrios, de todo tipo ( posiblemente algunos hechos hayan sido ajenos a su voluntad, de los que nada `pudo hacer) que le han venido acompañando en el tramo final, hasta su desaparición operativa. Nada más lejos de la realidad; evidentemente no siempre ha sido así. Hubo un tiempo y una forma de hacer de significado contrario. Debemos hacer mención, por lo que ha representado, a los primeros treinta años de su existencia, período 1952/82, del siglo pasado (después fue otra cosa muy distinta, un grave deterioro se cernió sobre ella ( que ya he explicado, según mi criterio, en otro apartado de mi blog), momentos para la caza en Asturias, de gran innovación, época de iniciativas y de consolidación de proyectos generados por el dinamismo que irradiaba la propia estructura administrativa de esta singular asociación de aficionados a la caza.
Ha sido, el primer trayecto de la Astur (conviene resaltar y hacer hincapié en este período, muy distinto al que le siguió), de una intensidad creativa, larga en su duración, llena de vitalidad y plagada de realizaciones. Han sido, sin duda los comienzos fundacionales, la propia estructura en su gestión la que ha marcado su impronta y devenir futuro. Nadie podía imaginar que aquel dinamismo creciente que se estaba generando de forma modesta, sin más ambiciones que consolidar un pequeño club de caza; punto de reunión y encuentro entre semana, fuera del horario laboral, del minoritario grupo que alcanzaban a componer su base de asociados (100, el primer año), donde cambiar impresiones sobre jornadas de caza celebradas en días anteriores (fines de semana), llegaría a alcanzar cotas de notoriedad de tal nivel. Reconocida años después, como la primera sociedad de caza de España y de Europa, marcaba todo un record, una cifra superior a los más de 16.000 abonados. Un hito histórico, de grandes proporciones, en el complejo mundo del panorama venatorio del estado español.
Un portentoso trabajo llevado a cabo, con una extraordinaria visión de futuro, de generosidad, con una presencia en el esfuerzo muy solidaria, a cuya colaboración se prestó todo un colectivo (aficionados de distintas clases) que presentaba una organización de claros matices comunitarios, impensable e incomprensible, dado el control político que el régimen dominante en aquel tiempo ejercía sobre fundaciones o entidades deportivas. La cuestión es que funcionó todo un sistema y hubo permisibilidad de las autoridades. No fueron óbice las filosofías y credos distintos que conformaban su amplia base de asociados, ni las diferencias económicas que pudieran darse entre los mismos, ni tampoco la categoría laboral o profesional que supuestamente pudiera ser sinónimo de discriminación en las relaciones.
No quisiera que nadie se molestase, pero me atrevo a decir que, el ideario de la Astur, en gran parte de su contenido, fue recibido en herencia y adoptado como propio por un gran número de gestoras de caza implantadas en nuestra comunidad. Sorteos y cuadrillas, se acercan al perfil de su primera concepción y las alternativas en el aprovechamiento de las especies se normalizan en torno a los principios fundacionales de la Astur.