Desconozco
si justamente cualquier tiempo pasado fue mejor que el actual en
cuanto se refiere a mantener un nivel cualitativo y cuantitativo
poblacional de truchas en los rios y arroyos de nuestro Principado.
En cualquier caso, no es por casualidad arribar a la orilla buenos
ejemplares de truchas mediante el empleo de elementos técnicos y
tácticos derivados de hacer de la pesca fluvial un buen ejercicio.
Que el hecho se produzca con asiduidad no es nada nuevo para su
autor, al que he tenido la posibilidad de seguir su trayectoria, a
veces “in situ”, desde hace muchos años, no solo como pescador
en el río, sino que también cuando practica la caza en sus
distintas modalidades. En ambos sentidos es justo reconocerle la
evidencia constatada de sus perpetuos vínculos con el tesón y la
constancia, que le han servido de estrategia para conocer los
secretos del río y gran cuidador de los detálles en el manejo de
los utensilios de pesca; métodos eficaces, que le permiten fijar
objetivos y mayores posibilidades de obtener éxito.
Para
quienes conocemos a Javier Ornia y nos distingue con el regalo de una
verdadera amistad que resiste el paso del tiempo, es un motivo de
enorme satisfación saber que sigue en un estado de forma excepcional
que le hace mantener esa bonita ilusión por la Caza y la Pesca, de
las que no ha perdido ni un ápice. Enhorabuena Javier.