Se
siente en España un modo
antipático de ver la
imagen del cazador.
Rara vez será que
algUno de entre
nosotros, aficionados
a ejercer
esta disciplina deportiva, no hayamos
sufrido con estoicidad
intemperancias
o reproches, no ya solo del animalismo, ecologismo, etc., sino que
también por parte de ciudadanos que
no han tenido la oportunidad de ser bien informados y
se expresan desde el
mayor de los desconocimientos de la realidad objetiva
En
esta componenda ha
tenido mucho
que ver la
práctica antinatura de
la caza que se práctica
en terrenos cinegéticos debidamente cercados y vallados para los
efectos, y lo aberrante
de sus juntas de carne, que muestran sin escrúpulos con
gran profusión de medios a
su favor, el
resultado del simulacro en que ha convertido
este
método
de aprovechamiento
inmediato que
recae inmisericorde
sobre un tipo de fauna
clasificada
de cinegética,
criada
y mantenida
predominadamente en
cautividad y de forma artificial,
a la que un buen número
de cazadores (?)
españoles se
han
sumado,
puesto que han cambiado
momentos de incertidumbre y dificultades de
la caza deportiva y sostenible, por
otra cosa
que ni siquiera es
pareja y en
nada dignifica la
nobleza y validez del
buen ejercicio que se hace de la caza tradicional.
Se
puede enumerar las razones que se quiera, pero decir caza comercial
es estar
hablando desde
un eufemismo como
instrumento de manipulación, puesto que desorienta y
evade
la realidad de la caza
tradicional. Adolece
este impostor
sistema de la técnica,
la táctica
y la ética
del buen cazador.
Denomínese de otra
forma, y absténganse de darle el mismo significado.