
Que el
jabalí ha crecido y crece en número de individuos colonizando asentamientos
cercanos a los grandes núcleos de población, industriales, etc., es un hecho
reconocido. No sucede lo mismo en la inmensa mayoría de los cotos sociales de caza asturianos que no presentan la misma
franquicia en la gestión y aprovechamiento
de este recurso natural.
Para
controlar la expansión a mayores de esta prolífica especie, desde el
Ayuntamiento de Oviedo, se presupuesta una partida económica importante, según
nos cuentan los medios, con el objeto de intentar minimizar la presencia
ocasional de piaras en algunas zonas de la ciudad y en áreas específicas dentro
del municipio, a fin de evitar se produzcan alarmas y en prevención de posibles
daños, por el deambular de este suido en
cualquier asentamiento urbano e industrial.
Los
munícipes actuales del consistorio ovetense, su Junta de Gobierno, han
encargado a la Fundación Universidad de Oviedo un plan de prevención y control
del jabalí en el perímetro geográfico del concejo. El Sr. Nores Catedrático y algunas cosas importantes más
relacionadas con sus estudios y licenciatura, es viejo conocido de la afición;
los cazadores asturianos no hemos sido nunca objeto de su atención objetiva y
menos de honorable reconocimiento hacia nuestra labor colaboracionista en el
campo de la sostenibilidad medioambiental, de forma especial en lo referente a
fauna cinegética y protegida.
Será este
doctor en Biología, al parecer experto en
este tipo de tratamientos, cuestión que está por ver, dependiendo de los
resultados, como es lógico (puede pegarse un batacazo historico; no se lo
deseo), el encargado de redactar dicho plan de actuación, con medidas
específicas que puedan surtir el efecto
que se persigue. Difícil papeleta la del Licenciado que habrá de resolver bajo
su responsabilidad (no habrá cábalas, caso de malogro)
Medidas de
las característica enunciadas en el precitado plan, se han puesto en práctica en otros lugares,
con una densidad perimetral de jabalíes enormemente superior a los que de vez
en cuando nos visitan a los ovetenses sin que los efectos preventivos hayan
tenido ningún tipo de incidencia reguladora en el nivel poblacional de esta
especie, a pesar de los numerosos abates. Cada vez se cobran más jabalíes. Es
lo que ayuda a regular la gravedad del problema.
Para que
hechos así se hayan producido, debemos referirnos a la gestión y ordenamiento de
esta especie cinegética en aquellos lugares de incidencia en años anteriores.
En la sostenibilidad de una alta demografía de este animal, sin haber antes intervenido para poder evitarla, están las
consecuencias que en la actualidad se padecen. Una especie tan prolífica en
natalicios, omnívoro irredento e insaciable, tiene a su disposición
confortables formas de establecerse en áreas clasificadas de seguridad,
espacios naturales carentes de peligro, con un gran componente de espesa y entrelazada
vegetación, en donde la caza, debido a las condiciones de habitabilidad y
trabajos del hombre, no está permitida.
Esperemos
de nuestros gobernantes, que en esta ocasión (les llueve sobre mojado), sepan
interpretar con claridad lo que puede suponer para el futuro, no ser prácticos en la sostenibilidad
racional, adecuada, de este suido en los contornos de las importantes ciudades
y villas asturianas. Gestionar la caza, no es tener mucha. Deben de ponerse
medidas más contundentes que las redactadas en el Plan de Control. Es muy
posible no sean suficientes. Son cuando
menos de dudosa garantía. Antecedentes, hárbelos hay. El concurso de los
cazadores debiera ser fundamental.
El jabalí,
en la franja central de Asturias, inclusive en la rasa costera, tiene comida abundante durante gran parte del
año. Lo demuestran las capturas que se vienen haciendo. Ejemplares de dos, tres
años, mostrando arrobas a granel, se han
cobrado esta temporada (2016/17) en cantidad como nunca que se tengan noticias.
Por eso, el tema de las papeleras cerradas, cubos, contenedores de basura, en estos momentos carece de validez; es una
gasto innecesario, puesto que no se dan las condiciones idóneas para su
implantación (no se producen casos suficientes que acrediten tomar estas
medidas; si acaso alguno esporádico, que puede ser todo un síntoma; un anuncio
formal de lo que acarrearía una superpoblación jabalinera, de no atajarla en
tiempo y forma). No será decisiva para su sostenimiento este remedio; acudirán
con sus piaras recién nacidas, si les hiciese falta, a partir del mes de marzo,
hasta que los frutos de las cosechas, pasado el estío, estén a punto de ser recogidas o abandonadas
en el suelo. Multar al ciudadano por darles de comer es un hecho esporádico, sucede
en contadas ocasiones.
Es
llamativo, por contradictorio, que el Sr. Nores reclame ahora colaboración a la caza para el buen fin de
este asunto. En la caza estará una gran
parte de la solución, aunque no toda. Aún
los jabalíes que pululan en los
alrededores de Oviedo no tienen la categoría de plaga, ni mucho menos. Conviene,
no obstante, estar al tanto y atajar
esta probable posibilidad. El límite geográfico del municipio capitalino, linda
en todo su extensión con cotos sociales de caza, en donde el aprovechamiento de
jabalíes se hace con abundancia de cobros. Ello contribuye, sin duda, a evitar
un crecimiento sostenible de gran envergadura, impidiendo una mayor demografía
de estos animales. Es la regulación por actividad de la caza.
Son las
sociedades de cazadores cuyo círculo de actuación se circunscribe limitado con
Oviedo concejo, quienes han aumentado
(lo seguirán haciendo con tacto y responsabilidad) su cupo de extracción
en áreas que lo han
requerido y lo requieran. No es una situación nueva, puesto que, desde hace
tiempo, este tipo de proceso forma parte del plan anual de aprovechamiento de
las mencionadas entidades gestoras. Por tanto invocar la ayuda de la caza
social para que contribuya al buen fin de la operación, tal y como solicita el Sr. Nores, es desconocer
una realidad palpable. No obstante, la caza siempre estará a disposición; lo ha
hecho en el pasado, lo hace en el presente y lo seguirá haciendo en el futuro.
Por
consiguiente, no se les podrá pedir a las gestoras sociales de caza que vayan
más allá de sus propios intereses, que son también los de toda la ciudadanía.