Se busca por el Gobierno del Principado obtener más eficacia en la extracción de jabalíes. Una medida, la adoptada, que en primera instancia, es de suponer, dado el cariz que se le observa, persigue lograr (desconozco si la consejería desea alcanzar otros objetivos) eficacia en la reducción sustancial de ejemplares de esta especie. Para esta finalidad, se autoriza a las cuadrillas elevar su número de participes (25% más, es la cifra permitida) con armas en las sucesivas batidas a que haya lugar, es decir pasan de 15 efectivos a 20 por permiso y se mantiene el mínimo que rige en la actualidad.
¿Una normativa prudente, necesaria? ¿Qué es lo que conviene? No cabe duda que con esta nueva situación puesta en vigor aumentan las posibilidades de cobro de estos prolijos animales. Evidentemente no es el único camino para conseguirlo sin entrañar riesgos que impliquen rebajas en los accidentes, que por la naturaleza de cómo se suelen producir, pudieran afectar la integridad física de las personas intervinientes en el desarrollo de las cacerías debido a una excesiva concentración de armamento muy útil, en un reducido espacio de terreno.
Sin pretender hacer un ejercicio alarmista inquietante, desde mi óptica particular, respetando otros criterios, conviene no obstante hacer una reflexión, que estimo bien pudiera ser objetiva y portar luz (ese es mi deseo, que lo consiga es otra cosa) sobre este incremento de activos. La densidad del jabalí en nuestra comunidad puede ser guiada hacia parámetros de sostenibilidad, a través de una elevación del cupo mínimo de capturas, un hecho este que genera serias reticencias en las sociedades de cazadores, abocadas como están a dar exacto cumplimiento a las pretensiones de sus bases que exigen la garantía de una continuidad en sus lances y abates. Hacerlo con eficacia, no requiere, ni pasa ineludiblemente por el abandono del estatus actual, centrado en la permisibilidad de 15 apostados cazadores; serán suficientes, si se dan las condiciones idóneas, para dar cumplida respuesta a estas necesidades.
En otro orden de cosas, inciden en un estado negativo de esta pretensión cuantitativa una serie de circunstancias. El estado de salubridad de nuestros montes, cubiertos de espesa vegetación que impiden una correcta visibilidad en su entorno más cercano, dificulta observar el posicionamiento del resto de los compañeros con la fiabilidad necesaria, no obstante y a pesar de ello, siempre se hace un recorrido visual preventivo y advertencia que nos indique las distintas posiciones para nuestra tranquilidad. El armamento de calibres significados por su gran contundencia del que se hace uso para la práctica venatoria en nuestro país, especialmente en la cornisa cantábrica, donde su orografía no es precisamente llana, muy por el contrario, las distancias entre puestos se estrecha y son cortas, precisamente por su relieve, constituido en estrechos valles, cañadas profundas de fuerte vegetación, montículos de zonas arbóreas, que obligan necesariamente que las esperas sean cercanas entre sí, parecen del todo innecesarios por exagerados para su finalidad y peligrosos para abatir la caza de las características y peculiaridades que puebla en España y pudiera ser no convenientes su uso en estos menesteres cinegéticos, solamente en aspectos puntuales, si de preservar la seguridad por encima de todo se pretende. El poder de penetración y parada sobre un venado o jabalí a la carrera del que hace gala la actual balística que puebla el mercado armero, permite que un disparo a una de estas piezas o similares en tamaño y peso, sea atravesada y el elemento metálico, cumplido su objetivo, cual es hacer blanco, prosiga su trayectoria atravesado el animal, rumbo a un lugar incierto, pudiendo finalizar su rasante en un impacto contra una roca o dureza que le produzca desvío y expansión de esquirlas (esto último ya empieza a tomar carta de naturaleza preocupante en Asturias, en la última temporada ha habido varios casos que han causado lesiones afortunadamente, han quedado en eso), consecuencia de su descomposición, a escasa distancia de donde nos encontramos.
No me agrada nada esta resolución de la Consejería; considero es una medida voluntarista, más que otra cosa, que espero se pueda reconducir, ese es mi deseo. Con esta metodología que se queda instaurada, de no surtir consecuencias correctoras que gradúen la superpoblación del jabalí en esta Comunidad, por el mismo motivo, se podría ir a 25 armas en los puestos, o quizás, a 30,lo que a mi juicio, caso de que pudiera confirmarse, sería una temeridad. Son cuantiosa las batidas al jabalí que se celebran en Asturias al cabo de la temporada, muchas de las cuadrillas existentes con armamento en su poder, tipificado como de gran precisión y concentración, nunca antes visto en y para la caza, con atrayente tecnología punta de última generación. La acción de cazar es una permanente actividad semanal que no decae ni un ápice durante un extenso período anual de cinco meses. La conveniencia de optimizar la caza del jabalí y llevarlo a parámetros de sostenibilidad racional, requiere, en algunas zonas de Asturias, de un aumento sustancial de sus capturas (no queda otra) y ello pasa por sustantivar sus cuotas pre-establecidas, en la actualidad insuficientes, sin alterar a mayor el orden de operativos que ha venido funcionando.