¿Es el punto de inflexión de las batidas de Caza Mayor? Es evidente que el levante de la caza no es el prologo ni el epílogo de una trama cinegética, escenificada sobre decorados de espacios naturales. Lo cierto, al menos así me lo parece, es el hecho montero irreversible encargado de anunciar buenas nuevas que despiertan el entusiasmo colectivo: perreros con sus voces de alerta y perros en profusión de ladras, quiebran el silencio del monte. Expectación e incertidumbre. Fin del sosiego en las esperas, esperanzas renovadas, ilusión y previsión en el lance, aceleración de las emociones, subida de adrenalina, se altera el ritmo cardiaco, control del impulso para que la ansiedad no venza: la pieza de caza, enmontada en su lugar de reposo al abrigo del sotobosque o espeso matorral, suficientemente alertada por ecos cercanos, viejos conocidos, augurio de nada bueno para su integridad, detectado su rastro por los perros, acosada, buscará a través de sus mejores dotes intuitivas, la sensibilidad de su fino olfato y oído, una salida airosa en su huida que le haga burlar la trampa tendida, vencer el cerco a que ha sido sometida, en pos de su vida y libertad.
El lance, ese crucial instante que se prevé ha de llegar, según los acontecimientos, motivará la responsabilidad contraída del apostado cazador-tirador a quien le ha sido trasladada, una vez los monteros cumplida su misión. ¿Será el dominio de la situación del apostado cazador, su temple y experiencia, el arma bien encarada y a punto, quienes motiven el desenlace que se desea obtener de un final exitoso?.