De repente han “caído
chuzos” sobre la cinegética asturiana, y, todo generado por la inoportuna respuesta
de un federativo en razón de su participación en un coloquio sobre la actividad
cinegética, la impronta de su
eficaz transcendencia en el medio rural, sector del comercio y turismo en
general, de una determinada zona de
Asturias.
Sin animo de molestar, he de decir, según mi criterio que no estuvo fino, en primera instancia, el federativo en cuestión. Y, no lo ha
estado, porque tenía que haber vadeado, a mi juicio, la
pregunta capciosa de su interlocutor, moderador del acto, respondiendo
con solvencia la improcedencia de manifestarse a destiempo y fuera de lugar
a favor de que al Oso Pardo Cantábrico
se le considere especie cinegética, cosa nada probable, de la cual los
cazadores de esta tierra estamos, desde hace muchos años, al margen de cualquier iniciativa de caza que
se haga al respecto.
No es el momento para hacer esta clase de afirmaciones,
tampoco alimentar polémicas que no competen a la caza social muy centrada en otras alternativas y
modalidades de caza ajenas a capturas de plantígrados en razones del costo material y otras causas que significaría
abatir un animal de estas características para su autor , cuando se atraviesan unas circunstancias con
la caza de especial sensibilidad cara a la sociedad, que ha puesto en su “punto
de mira” este ejercicio como una práctica innecesaria.
Pero ocurrió que, a las palabras de este responsable
federativo, se le han unido un coro de expectantes al acecho, que han aprovechado la magnífica oportunidad brindada por un lapsus de
comunicación para sacar de contexto sus frases, y, de paso, lograr una cierta
notoriedad personal y publicidad para las organizaciones afines a sus
pensamientos conservacionistas a las que
supuestamente pertenecen , entonando fuertes críticas hacia los cazadores por una opción que no ha sido solicitada por el colectivo venatorio en ningún momento,
salvo la excepción de este relato, matizada y aclarada a “posteriori” por su promotor.
Algunos, los de siempre, y el oportunista de turno, sin
faltar a la cita, han dicho
inexactitudes, se han lanzado como
“kamikazes” con su prédica de verborrea complaciente- y otros han hecho interpretaciones “sui generis” de dudoso proceder y gusto. No hubo
quien falto a la verdad; todo por afán de protagonismo; de dejar su impronta sublime en
la contemplación y defensa de la fauna silvestre, con un alegato de
interpretación de nula credibilidad.
Lo cierto es que, la causa, no era para estos efectos. Ni mucho menos.
En el estado actual de las cosas en relación con la
protección y fomento del oso en la cordillera cantábrica, los cazadores hemos
puesto a nuestras organizaciones al
servicio de un fin tan loable como es la
sostenibilidad, ya no solo del plantígrado que nos ocupa sino que también
cualquier especie salvaje susceptible de encontrarse en peligro de extinción.
Esta generosa y enconmiable actitud plasmada
en sucesivos convenios de colaboración con organizaciones ecologistas,
principalmente encargadas de la defensa del oso, ha sido reconocida y alabada por
responsables del mundo conservacionista.
Por tanto no caben aquí, por nada y por nadie, cábalas
desproporcionadas ni argumentaciones de carácter confusionista, puesto que no
hubo pronunciamientos definitivos por el gremio cazador sobre la posibilidad de otorgar al Oso Pardo
Cantábrico la clasificación de especie cinegética futurible.