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SIERRA CUANGA Y ALEDAÑOS, LOTE NUM 14 DEL COTO DE CAZA DE GRADO-ASTURIA
Debería
de ser motivo de análisis y verdadera preocupación. Conviene, no
obstante, precisar aspectos sobre la credencial de tan abultada
cifra, sobre la cual hay cierto escepticismo, que desde la Consejería
de Medio Ambiente ha sido enviada a la opinión pública, a modo y
manera, se entiende, de un pretendido estado comparativo entre
períodos (años 1998/ 2018), lo que es lo mismo, un antes y después,
que se señala como exponente de un descenso gradual consolidado en
la expedición de licencias de caza en Asturias que se ha venido
sucediendo en ese intermedio temporal.
Lo
de que en Asturias hace 20 años había 35.000 licencias de caza, ha
sido expuesto como un hecho relevante, indicador del grave retroceso
que ha venido sufriendo la expedición de este documento en nuestra
comunidad, quedando establecido en la actualidad en unos 10.000
cazadores, según cuentan. Una señalada merma de efectivos si se
confirma este dato, trascendente sin duda en lo económico, social y
para el empleo, con independencia de lo que habrá supuesto lo que
muy posiblemente haya podido convertirse en un grave quebranto
recaudatorio para las arcas del ejecutivo regional en todo este
proceso desmembrador que ha venido durando dos décadas y que, en la
actualidad aparenta encontrarse ralentizado e incluso, puede que
relativamente estacionado.
En
relación a un orden numérico tan alto que en otro tiempo se asegura
componía el listado de cazadores en esta región, es necesario
referirse a él, en aras de ajustar una visión razonada de lo que se
supone fueron algunas de las causas origen de una pérdida tan
sustancial. En esa etapa dejada atrás que se menciona, no todos los
titulares de licencia de caza expedida en Asturias tenían la
condición de ser ciudadanos asturianos a todos los efectos, puesto
que su lugar de empadronamiento y residencia se encontraban ubicados
en otras provincias españolas. Les suponía a los cazadores foráneos
que, previamente para acceder a los sorteos de caza en las Reservas
del Principado, en un momento determinado, se les estableció la
obligatoriedad de estar en posesión de este documento autonómico,
valido para cazar unicamente en el Principado, dejando en la
solicitud constancia de su pertenencia, validez y domicilio. Es por
tanto que, ante una falta de expectativas en cuanto a las
posibilidades de salir favorecidos en estos concursos públicos
debido a una elevada demanda de solicitudes que se presentaban cada
año y el coste baldío para su bolsillo que les había supuesto
documentarse de forma reglamentada para no ser agraciados, les hizo
desistir de participar en los mismos, cuestión que conlleva
vinculada la no renovación de la licencia. Es por tanto que las
bajas producidas no deben de englobarse en la estadística, como dato
fidedigno de una situación, puesto que quedaría deformada su
realidad al no ser todos los abandonos achacable a alos cazadores de
aquí.
El
Sr. Fernández Fano, Vice-Consejero para la gestión de los asuntos
relacionados con el medioambiente asturiano, ha sido el agente
comunicador con una respuesta que se entiende simplista en la
exposición de este dato numérico que ha sorprendido. Se desprende
de lo publicado que ha estado escueto el citado responsable en su
referencia hacia la caza. ¡Claro que la caza es necesaria para
regular las especies silvestres objeto de su actividad! En eso
estamos de acuerdo. Por los motivo que sean, ha dejado pasar en esta
ocasión otra oportunidad de ser mas didáctico aprovechando su cita
informativa y de comunicación ante lo que tiene de significado la
falta desde la Administración de un discurso abierto, contundente e
indudable en favor de una visión precisa y real del buen ejercicio
de la caza que de seguir siendo tan parco, quedaría invalidada
cualquier apuesta futura de confianza como interlocutor que
pudiéramos tener los cazadores de esta región.
Se
tiene la impresión de que alguien a través de sesgadas
informaciones quiere dar a entender la llegada de un agotamiento en
la caza asturiana. Nada de eso sucede. Es cierto que el relevo
generacional en la caza no es el que todos hubiésemos deseado. Para
ello han influido diversos factores: escasa e inadecuada pedagogía
desde las instituciones, crisis económica y despoblamiento rural.
Pese a todo, la afición por cazar en Asturias no ha perdido ni un
ápice de su perenne intensidad. Por contraposición, superados los
condicionamientos que trataron de reducir su tamaño, es preceptivo
decir que nunca en Asturias, a pesar de ser menos, se ha ejercido la
caza con tanto activismo como en la actualidad, sin duda alguna,
debido a la capacidad que tiene su privilegiado ecosistema para
albergar una densa y variada riqueza faunística entre la que
destaca la cinegética, con un buen control, fomento y proteción, así como con un aaprovechaamiento sostenible en casi todos los cotos sociales de caza ubicados en el
Principado, habiendo contribuido muy decididamente a adoptar un
eficaz sistema equitativo empleado en la gestión para estructurar
una dinámica participación local. Lo cual tiene el significado de
que, indefectiblemente de que la cantidad de licencias sea menor no
por eso obedece a que se haya producido una merma en los permisos por
jornada en los cotos sociales, todo lo contrario, se mejoran y
acrecientan (hay más oportunidades que son aprovechadas) Por lo
expuesto, son razones más que suficiente para requerir de nuestros
representantes públicos, se decanten definitivamente por una mayor y
mejor aceptación, reconocimiento y proyección de la caza
asturiana. Ya va siendo hora.