
Por
lo visto la caza lo tiene
que aguantar
todo. Con demasiada
frecuencia a los
cazadores se
nos imputan actos que, por sus caracteristicas, de
ser ciertos, pudieran
ser constitutivos
de falta grave, muy
grave o delito,
de acuerdo con
lo que dicta la
vigente Ley de Asturias de la Caza en
materia de sanciones.
Viene esto a cuento, porque
se está haciendo
crónico que
algunos residentes en zona rural y
“domingueros chabolistas”, más estos últimos, han
cogido el mal
hábito
de avisar a la Guardia
Civil, sin causa y motivo alguno que lo justifique, denunciando la
presencia en la zona
de cazadores supuestamente
en situación de estar
vulnerando la legalidad en
el uso de las armas, además de no guardar la debida distancia de
seguridad que la
normativa establece para la práctica de la actividad cinegética.
Evidentemente, ante argumentos
de esta naturaleza la
comparecencia de los agentes del Cuerpo
no se hacen
esperar, acudiendo a la
llamada, pudiendo
comprobar “in situ”,
con todo detálle por
la colaboración de los cazadores,
como no puede ser de
otra manera,
que los
hechos denunciados,carecían
de fundamentos veraces.
Les habían mentido.
Estas cosas, en
relación a la caza,
estan sucediendo de continuo, sin
que nadie tome medidas para erradicarlas.
Dentro
del capítulo de las denuncias
falsas a los cazadors en esos lugares, hay
quienes les pretenden
intimidar a
veces con amenazas
verbales y materiales.
Les incomoda, se
muestran disconformes
a que haya caza en aquellos parajes. Cuestión
que desde el colectivo de cazadores, con suma paciencia y
edudación, conocedores
del terreno que pisan,
en todo momento evitan
dar pábulo y caer en el enfrentamiento.
por las provocaciones
que sufren. En
la cacería de este último sabado, un individuo de estos que cito,
tuvo la mala ocurrencia y
poca verguenza
de avisar a los
agentes, para contarles
que unos cazadores a las ocho de la mañana (noche
cerrada en el mes de
Enero)
estabamos efectuando
disparos, además
de no guardar las
distancias de seguridad
con las casas. Otra
denuncia falsa a todas luces, que debería tener
consecuencias para
su autor.
Se pudo demostrar
facilmente
que nada era cierto.. Se
sabe quien fué el mentiroso
denunciante. .
.La
caza vive en un desamparo permanente. Hemos
llegado a donde estamos por nuestra
falta de acción. Este
tipo de imputaciones que rayan en la impudicia no tiene ninguna
consecuencia para sus autores. Pero si no la tiene es porque nadie se
ha preocupado de pedir
responsabilidades por el daño causado.
Se sienten
impunes, cuestión
que les facilita
aumentar su autoestima y
se crecen; al otro lado no hay nadie.
Una denuncia falsa, en otros ámbitos, trae consigo
graves consecuencias
para el que
la hace, a
poco que el damnificado se
preocupe de hacerla seguir.
En España tenemos
leyes que las condenan y castigan.