Peña El Viento, desde la Vega de Brañagallones-Redes-Caso ( Fot. de E. Bros).
Asturias es considerada objetivamente por el viajero, aquel que en su visita se recrea y queda prendado en la bondad de una tierra y su gente , como un paraíso natural, y, no solamente obedece este criterio a un eslogan promocional de sus innumerables y tangibles bellezas interiores, que la identifican como un marco paisajístico excepcional de vivencias latentes, donde aúnan la rica variedad del extraordinario legado de su antiquísimo pasado histórico, la ejemplaridad de su cultura, inmenso patrimonio artístico y monumental, así como la gran riqueza de la diversa fauna silvestre con asentamiento en cualesquiera de sus numerosas y extensas masas forestales, altas cumbres, valles insólitos y espaciosas majadas, que viven y se desarrollan en plena libertad, compuesta de especies indígenas –cinegéticas y protegidas- de una gran densidad y diversidad, sin analogía en nuestro país por sus características y peculiaridades entre las que anidan autenticas reliquias de la Naturaleza, como es el rebeco cantábrico, oso pardo, lobo y urogallo.
Es de considerar que el actual estatus medioambiental, de reconocido prestigio, del que goza Asturias, compuesto por diversos parques nacionales, reservas de la biosfera, áreas de especial protección, costas a resguardo de una feroz especulación, no ha sido producto de la casualidad, ni del abandono. Es la cosecha, el fruto dadivoso que recoge un trabajo intenso, celosamente sostenido en el tiempo, traído ejemplarmente hasta nuestros días por nuestros antecesores que nos ha permitido, a pesar de todo, a los habitantes de esta tierra, mantener la pluralidad y limpieza de su esbelta y singular orografía como un verdadero icono del equilibrio ecológico.
Me llama poderosamente la atención el estado optimo de conservación en que se encuentra nuestra Cordillera, alejada con barreras infranqueables del mundanal ruido y los inconvenientes y graves perjuicios medioambientales que genera el flujo activo del sistema egocéntrico empleado por una civilización urbanizada, siempre dispuesta y con el ánimo presto a penetrar y colonizar las entrañas del alma de una Asturias de secular leyenda, profunda y generosa en su formación, ancestral como pueblo, identificativa del propio ser y sentir que nuestros predecesores, de los que somos sus descendientes beneficiarios y deudores nos corresponde mantener y mejorar, en la medida de nuestras posibilidades, su ejemplar labor.
Nuevas alternativas que propicien captación de riqueza, serán necesarias cara al futuro de una región que, significativamente, de forma gradual, ha venido a menos; un retroceso socioeconómico que lastra su regeneración. Desmantelada en gran parte su antaño poderosa industria siderometalúrgica, con una minería en desuso, abocada a corto plazo a un cierre patronal definitivo, una agricultura inexistente por el abandono sistemático de su medio rural, la congelación de iniciativas empresariales por falta de incentivos y oportunidades, un desempleo en sus cotas más altas, conforman un panorama complejo nada favorable, difícil de superar.
La fuente atractiva de su esplendida naturaleza, la fauna y flora versátil en su composición, que adorna la esplendida realidad de esta tierra, debe de ser conjugada y tenida en cuenta como elemento positivo de reanimación económica
Asturias sufre los avatares de una incorrecta praxis informativa al resto del mundo civilizado sobre las bondades que ofrece y exhiben sus recursos naturales como patrimonio natural. Las sucesivas campañas publicitarias llevadas a cabo por los gobiernos del Principado no han sido consistentes, han carecido de las intensidades necesarias; tímidas en su definición, faltas de creatividad, cortas de espacio y tiempo en su exposición didáctica (siempre he observado y sido objeto de mi desacuerdo este procedimiento), que evidencia una disfunción, en la medida que se requiere, de nuestros regidores institucionales que quizás haya sido premeditada y sujeta al criterio de una clase política cesionista ante la pujanza en la exigencia de un sector conservacionista medio ambiental, estereotipada de un sectarismo idílico, que no corresponde con lo que se precisa, radical en sus principios, siempre opuesta a incentivar nuevos conceptos de reactivación a través de la utilización racional de los recursos que la biodiversidad y el paisaje nos permiten obtener de forma sostenida, como vías alternativas de progreso
Es necesario poner en valor el patrimonio público, activar su demanda, como mecanismo integrador en un conjunto solidario actualizando la validez del mismo, su especial idiosincrasia, en donde y cuando las circunstancias lo permitan cara a una rentabilidad sostenida complementaria que fluyan hacia mecanismos de mejora de los residentes en Asturias, que no interfiera y perjudique el estado de conservación de sus espacios naturales habitados y vírgenes. Es posible hacerlo sin sufrir deterioro. Ejemplos, haberlos hay.
No se puede vivir de espaldas a una realidad. Activar la demanda a través de una mayor y mejor creatividad publicitaria, puede ser la consigna.Hay procedimientos con antecedentes que se siguen en otras partes del mundo, de ejemplar comportamiento. Para algunos, es mejor prohibir como síntesis elemental de un negativo entender o desde sentimientos encontrados. Cada vez se cierra más el círculo. Querer preservan incondicionalmente estos espacios, con medidas restrictivas en cuanto a visitas con recorrido en profundidad, obedece sin duda a una percepción equivocada.