Es
necesario redoblar los esfuerzos en mejorar la promoción de la
imagen de la caza en Asturias; cuidar y dar a conocer la esencia de
su práctica como formula para detener cuanto menos, el crecimiento
del escepticismo y la desconfianza de la sociedad hacia ella.
Contribuye
a esa impresión la evidencia de la falta de tiempo y espacios para
escribir de caza con libertad en el Principado. Una cosa es clara:
desde el Gobierno del Principado y la Federación Asturiana de Caza,
que debieran ser comodines revulsivos, no es que se hayan adoptado
medidas para subsanar estas deficiencias, es que, en este sentido,
nada se ha hecho. Todo esto sin embargo no es un tema de mera
opinión personal, ni siquiera una corriente minoritaria dentro de la
comunidad cinegética asturiana; menos un tópico instalado en la
mentalidad del colectivo cazador. Simple y llanamente, es la
constatación objetiva de un hecho. En definitiva, se trata de una
certeza no de una sensación.
De
ahí la necesidad de abrir foros de debate con impacto e influencia,
en un intento de evitar los potenciales efectos negativos producidos
desde este tipo de autocomplacencias componentes de alto grado
corrosivo. Es crucial dotarnos desde la caza asturiana de políticas
educativas y de formación con carácter cívico, así como de
relaciones sociales más abiertas con la sociedad. La defensa de los
intereses cinegéticos es especialmente importante en momentos de una
crisis de carácter regresivo hacia el sector.
Conseguir que los cazadores
tengamos una buena reputación entre gran parte de la ciudadanía,
sigue siendo una asignatura pendiente para este colectivo, que puede
conseguir mejoras cotas de reconocimiento y aceptación aplicando
códigos informativos bien definidos como medidas de acción y
reacción, cuyo mejor tamaño puede ser una baza importante que
juegue a su favor. De otro modo, de persistir en los hábitos
costumbristas que han venido prevaleciendo, corremos el riesgo de
perdernos. Por eso, es es muy necesario que en Asturias se escriba de
caza. Se trata de un sector de generosa actitud y atrayente
trayectoria socioeconómica en nuestra Comunidad, que entiende y
aprovecha en igualdad de oportunidades los recursos naturales que son
las especies silvestres propias de su actividad de forma racional y
sostenible.
No
se puede ocultar la incertidumbre que procesan los titulares
alarmantes que nos llegan a los cazadores, pronosticando un futuro
incierto por delante para la cinegética en general en nuestro país.
Es llegado el momento de unir fuerzas y reforzar vínculos, ahora más
que nunca, para combatir, lo que se convertiría en un daño
irreparable. Los cazadores nos encontramos en esa clase de
encrucijada, en la que el mayor riesgo es quedarse quietos.
Precisamente por ese carácter de riesgo la cuestión requiere la
máxima responsabilidad de las instituciones públicas, privadas y
sociales de nuestro ámbito cinegético.
Así
que, precisamente ahora, dadas las circunstancias, es muy necesario
intensificar la aparición de más corrientes de opinión precisas y
objetivas que eviten ese vacío de interlocución institucional y
clamorosa ausencia en las supuestas autoridades y en muchos de los
responsables de las organizaciones del sector. En estos trámites
debiéramos concretar los cazadores nuestras actuaciones futuras.
Escribir de caza y publicar tiene que haber en Asturias voluntarios
que lo hagan.