Los resultados obtenidos como consecuencia de estos actos,
bien pudieran haber tenido influencia en una corriente socioeconómica eficaz hacia el
medio rural. Una vez extraídos de nuestros montes un número determinado de
lobos por necesidad imperiosa (importantes y significativas han sido sus
capturas), a pesar de no ser declarado especie cinegética en Asturias, cabe
decir, que han sido abatidos supuestamente por personal del funcionariado, posiblemente en su inmensa mayoría portadores de armas de fuego,
instrumentos que también utiliza el cazador, por lo que es sumamente reprobado cuando de la caza hace una actividad legal, y en
contraposición, en manos de otros, según
y quien, declarado un ejercicio de raciocinio; derivas contradictorias de una
ideología surrealista, fuera de contexto, que dejan en evidencia a sus autores-
Es ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el tuyo propio
Cuando sectores críticos identifican a la caza reglamentada
como una actividad que genera violencia y agrade a la naturaleza, más que una
actividad que contribuye a conservar y fomentar las especies propias de su
ejercicio y aquellas otras clasificadas como protegidas, no debe hacerse, en ningún caso, abstracción del
sistema empleado, oscuro y alevoso, para
abatir lobos por quienes pueden hacerlo y lo hacen. Que no es precisamente, desde la caza y su régimen legal
de actuación.
La falta de estima de
la que en la actualidad goza la caza,
falta de pedagogía relativa a su identidad en lo referido a su concepción y desarrollo, nos traen vientos de destemplanza, huracanados en
ocasiones, que tienen en el epicentro de su formación, el dedo
acusador que califica su práctica de inmoral, entre otras denominaciones. Toda una tesis, fecunda en prejuicios, de
espíritu adepto que la identifica en su
estilo como compañera de viaje de ciertos servidores públicos, adscritos por propia
voluntad a la precariedad intelectual de estas tendencias, quizás por temor a
no estar en sintonía y fidelidad con sus valedores, entorpeciendo desde sus cargos
en la administración el acceso a la actividad cinegética, a pesar de su gran
bagaje de experiencia y responsabilidad en el ejercicio de sus funciones, a otorgarle un sitio justo en el estado
participativo hacia la regulación del lobo.
En el asunto principal que me ocupa hoy, cuyo orden temático
se refiere al procedimiento que emplea
la Consejería y sus consecuencias, sociales y económicas, para reducir en
número de individuos el canido en cuestión, debería haber tenido otros
resultados menos lesivos para las arcas de este organismo que, no obstante tener
incidencia a la baja en los notables daños que acarrea la legendaria voracidad
del lobo y los posos devastadores que dejan sus ataques en el
ganado lanar (ovejas domesticas), que es evidente, ha supuesto una inferior
cuantía en las indemnizaciones a los
damnificados por menores incoaciones de
expedientes.
Sabemos que el lobo en Asturias no tiene el marchamo de especie cinegética, y que por tanto su caza por los cazadores,
queda excluida. Es un principio de señalado sentimiento sectario afincado en el
Gobierno Regional que no concede “chance” a la caza, impidiendo a esta
actividad regeneradora que se constituya en
elemento capitalizador del aprovechamiento sostenible de este recurso natural, allí donde y cuando proceda hacerlo bajo la
batuta de su oficio.
Algunas reflexiones al respecto se deben de hacer. Abatir
lobos en la medida que se requiere, tiene que tener consecuencias económicas re
vertibles en el sector primario
asturiano y de menor afectación para los fondos públicos. Es de mala
administración no abrir el abanico de
captación de cuotas de mercado, en forma de tasas de expedición de permisos y
la parte complementaria por abate, que posibiliten una mayor integración de recursos.
La Consejería destina
partidas económicas para deslocalizar y reducir este depredador (aditamento
procedente de los presupuestos generales),
que por el distintivo de la peculiaridad que los distingues y el costo
gravoso que supone a nuestras arcas
públicas, se constituyen en un gasto de tipo suntuario, de penosa
sostenibilidad al tener que soportar la retribución a su personal de guardería
de horas extras, nocturnidades y otros complementos por una extensión de su
jornada de trabajo más allá de su ámbito laboral establecido.
Se ha perdido por el órgano rector una buena oportunidad para
hacer caja. La apertura de una vía de
ingresos atípicos, como complemento paliativo a lo delicado de su estado
financiero. La caza del lobo, la leyenda de su trofeo, tiene transcendencia y
demanda en una importante fracción del gremio cinegético. Aprovechar estas
inercias, tal y como se hacen en otras regiones españolas, para que reviertan en el bien común, parece lo
más sensato.
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