CUALQUIER AVANCE QUE SE PRETENDA DAR PARA SALVAR AL UROGALLO CANTABRICO DE SU EXTINCION
DEFINITIVA, TIENE QUE HACERSE A TRAVES DE UNA FINANCIACION MUY SUPERIOR A LA ACTUAL. NO SE PUEDE SEGUIR
PONIENDO “PARCHES” A ESTE “DESASTRE” ECOLOGICO.
Parece que el nuevo nuevo plan para salvar al Urogallo
Cantábrico, a diferencia de lo que pienso, pasa inevitablemente por una cuestión de
especial sensibilidad, debido a un tratamiento que pudiera ser muy simple de aplicar como es
el proyecto de eliminación de predadores con influencia negativa sobre su fomento sostenible. De todos es sabido que este cuarto gran icono
de especies indígenas típicamente representativas de la naturaleza asturiana,
que es el urogallo—los otros tres, Oso
Pardo, Lobo y Rebeco de la cordillera del Cantábrico, en la actualidad en vías
de recuperar su otrora disminuido núcleo poblacional-- tiene en los bosques que
circundan las altas cumbres de la cordillera Cantábrica, lugares de su hábitat,
numerosas variedades de fauna silvestres con las que ha tenido obligatoriamente
que convivir-- predadores-que han crecido en densidad, merced a medidas de
protección extremas para una más y mejor demografía, convertidas de facto estas
especies de gran abundancia en un claro peligro
para “gallo montes”.
Desastroso perfil el que presenta en la actualidad el
exhausto estado poblacional presente de esta ave tan emblemática. Cada qué vez
que escribo sobre el urogallo, lo hago desde una visible superior decadencia de
sus efectivos. Cada vez quedan menos. Nos informan de la existencia de unos
núcleos reducidos en el suroccidente de la cordillera, en zonas específicas,
muy determinadas, así como la desaparición total de todo vestigio de vida de
este pájaro, en lugares típicos, antaño poblados de señas que delataban su
presencia -- hoy sin rastro alguno de su existencia anterior--; me congratulaba
ilusionado cuando en el interior de ciertos bosques de haya y abedul que
pueblan grandes extensiones de territorio de algunas de nuestras Reservas, no hace mucho tiempo, se podía encontrar “montoneras” de estiércol y plumaje, signo
inequívoco de que aquel lugar estaba colonizado una población estable de este
“Gallón”. Después, por más empeño que puse no h podido encontrar en los mismos
sitios, nada que identificase que en algún momento el urogallo pudiese haber
tenido vida y actividad en aquellos parajes.
La cuestión es que cada vez está peor. Se habían tomado medidas
para su recuperación que no han surtido efecto. La construcción de un centro de
reproducción y cría para su posterior suelta, advertían, sería la panacea de su recuperación. A su debido tiempo ya habían predicho especialistas en el tema que
el sistema a emplear no resultaría bien, por no decir en fracaso.. Quienes
hicieron el vaticinio no se equivocaron en nada. Había experiencia negativa sobre
esta forma de proyecto en otros países. Se han dado aquí, en Asturias, conferencias
por expertos en el manejo de la
evolución del urogallo en otras latitudes, traídos o venidos a esta
tierra de todas partes del ancho mundo, dejando la impronta de su huella
presumiblemente fiable en las
observaciones que nos planteaban; que si el cambio climático; que la
desaparición del arándano como fuente de alimentación; que si el manejo de los
bosques no es el adecuado; que si el desconocimiento de algunos aspectos
esenciales de su biología; que las pistas forestales; que la intromisión del
hombre en sus zonas de asentamiento y colonización; que si la plantación de
pinos silvestres es una buena opción y, así, una larga retahíla que se haría
muy largo de enumerar. Pura teoría que no ha solucionado nada. Es evidente que
no soy quien para contradecir estos
supuestos. Me remito a los hechos.
No obstante, llama mucho la atención que, en ningún momento
estos sesudos-científicos y aquellos otros aficionados a querer introducir, terapias de recuperación de nuestra ave, se habían
manifestado antes sobre la posibilidad de poder controlar los predadores, antes
llamados alimañas, que campean en diversidad y densidad en cuantía numerosa en
toda la naturaleza asturiana, mediante el método de unas supuestas extracciones
selectivas.
D. Luis María Arce en un estupendo trabajo didáctico y
pedagogo ha publicado en este mismo diario sobre la supervivencia del ave en cuestión,
entre otras cosas interesantes relacionadas con el mismo tema, sobre algo que
pudiera ser de su exclusiva creencia,
relativa al golpe fatal que ha supuesto la caza del urogallo hasta mediados
de la década de los setenta del siglo
pasado, de cuya herencia dice, ha dejado una población muy mermada y
empobrecida genéticamente.
Sobre lo que tiene todos los visos de ser una deformada
argumentación que el Sr. Arce hace, cuando menciona a la caza como una parte
importante del problema que nos ocupa, resulta oportuno objetar discrepancias y
hacer algún matiz para lo que se debe de considerar, en mejor conocimiento. Efectivamente los permisos
que se concedían por aquel entonces lo fueron efectivos hasta el año de 1977.
Cuantitativamente eran muy escasos y selectos. Las dificultades a solventar en
las labores de aproximación al cantadero, debido a diversas circunstancias (especialmente
las climatológicas y orográficas) hacían que en gran proporción el lance no
fuese realizado. Lo cual significa que no deben de contabilizarse todos los
permisos como pieza abatida. Pudiese suponer que el aprovechamiento autorizado quedase reducido
incluso a menos de la mitad. Por tanto la
cinegética debe quedar eximida de
soportar estas responsabilidades, puesto que no le corresponden.
Otra cosa es, sin duda, el furtivismo, al que se intuye ha
tenido que padecer este animal desde tiempos remotos, al que el Sr, Arce, de forma no entendida, no
hace mención en su trabajo, es de suponer que no sea por desconocimiento,
pudiendo ignorar de forma voluntaria su mención. En la década de los sesenta,
la versión que se tenía de lo que algunos acreditados profesionales estaban
dispuestos a desembolsar por tener debidamente naturalizado en su poder una
pieza de estas características, introducida
en una urna de cristal, se valoraba en más de 5.000 pts- (cantidad que por aquel entonces superaba de largo, en
muchos casos, el sueldo medio de un
asalariado español). Acceder en aquella época a un permiso para abatir
legalmente un urogallo, no estaba al alcance de cualquier bolsillo. Normalmente
eran gente pudiente que querían quedarse con el trofeo para su disfrute
personal y no venderlo. A buen
entendedor sobran las palabras.
Todos dicen querer
salvar al urogallo. Pero después de tanta propaganda consistente en definir con
claridad cuáles eran los criterios objetivos a seguir que había que priorizar
para obtener éxito, aunque fuese momentáneamente relativo, y aún las mejoras
sustanciales estuviesen lejos de obtenerse, se llega a la conclusión de que hay
que eliminar predadores: una buen a opción para unos, no así tanto para otros,
que han mostrado sus reticencias sobre este asunto.
Ya lo sabíamos los que pisamos el terreno. Tan sencillo como
eso. No nos ha hecho falta ir a las universidades de Oxford ni de Cambridge. En
esas estábamos, a expensas de que nos llamasen ignorantes o desaprensivos.
Abundan estas alimañas en nuestros bosques, cualquiera lo puede apreciar. Con
este bagaje, pocas o ninguna posibilidad tiene nuestra emblemática ave de
sobrevivir-
A estas alturas quieren hacer un censo genético para saber en
donde mora el urogallo ¿pero todavía se está así, después de tantos fondos destinados a este asunto? El centro de cría actual ha resultado un autentico
“bluf”, nos dicen que ha quedado “obsoleto” y sus resultados “no han sido
buenos”. Menos mal que se han dado cuenta, aunque sea a destiempo, y no han
persistido en el error. Parece que hay cambio de planes, apuestan por un modelo
que dicen es polaco, más exitoso, pero que precisa de instalaciones más
amplias. Es igual, si no se limpian los montes de alimañas, de jabalíes --
insaciable omnívoro-- y de otras cosas muy necesarias, por más que insistan,
nada de favorable obtendremos.
Entre “quítate que me pongo”, transcurrirá el tiempo, y,
este, correrá en contra de la recuperación del urogallo. Habrá charlas,
conferencias; lo que se quiera. La realidad objetiva es que se ha llegado al
límite de las posibilidades, lo cual significa que quedan escasas opciones. El
tiempo corre en contra. Creo que no hay nada que hacer. El urogallo se nos va.
Una desgracia. NADIE QUIERE TENER LA CULPA.