Bien
pudiera ser esta una afirmación inconsecuente emitida en tono retorico desde
posiciones interesadas en llamar la atención, haciendo uso incorrecto de estas
señaladas prácticas, buscando gestionar el supuesto beneficio de unos intereses en concreto
diferentes a la caza
Resulta sorprendente
por paradójico manifestarse en los términos tan absolutos en que se hacen este
tipo de declaraciones, teniendo en cuenta quien o quienes son sus autores, cuando
el exponente de denuncias por
infracciones cometidas a la vigente Ley de Asturias de la Caza, supuestamente no justifican una visión cierta de este tipo
de imputaciones. Por tanto, paradójico es el detalle incriminatorio,
preocupante si se detectan este tipo de actos delictivos si sobre ellos no se
formalizan los debidos expedientes de instrucción por la justicia ordinaria.
Ni que
decir tiene que el furtivismo sigue activo al igual que la picaresca en nuestra comunidad, no se ha erradicado,
persiste y tiene presencia efectiva al igual que en tiempos pasados, al menos
esa intuición tengo, sin temor a equivocarme. No obstante, una mayor creación
de denuncias, si así fuese, no es sinónimo de un crecimiento exhaustivo de este
tipo de causas penales; pudiera ser consecuencia directa de una mayor
intensidad en las labores de vigilancia y acción intervencionista, por parte
del personal encargado de este cometido. Tratando de concretar, se debe valorar con rigor cual es el grado
actual comparativo del furtivismo en relación a otras épocas o tiempos
pretéritos cercanos como muestra indicadora del estado actual de las cosas en
torno a este ejercicio delictivo.
Tal y como
se explican quienes afirman poseer datos concretos que habilitan la creencia de
unas prácticas en aumento que violentan
en materia de caza la legislación vigente para este sector, entiendo no obedece,
como se viene diciendo, a una masiva irrupción de desaprensivos en forma de
grupos organizados en los Cotos Sociales, Reservas Regionales de Caza y Parques Naturales sitos en la
comunidad asturiana, sino más bien, producto de actuaciones puntuales en lugar concreto, que dejan la
evidencia de sus huellas en sus fechorías, razones que bien pudiera ser
erigidas en doctrina de exagerada alarma.
Si hubiese
aumentado considerablemente el furtivismo en nuestra provincia, se debería
otorgar constatación veraz, algo así como la prueba del nueve, por el número de
denuncias reflejadas en la estadística que recoja datos de años anteriores, por
lo que es de suponer, teniendo en cuenta este tipo de afirmaciones, al tiempo
que nos ocupa, sean más sustanciales. Si
así no fuera, cosa que bien pudiera suceder, y no estuviese viviendo el
furtivismo ese fuerte ascenso que se señala, encontrándose la realidad objetiva
en sintonía con las mostradas en
campañas anteriores, deberíamos darle lectura testimonial de que a través de
estos medios se persiguen otros fines, lo que parece factible.
Sería una
evidente contradicción, por parte del personal encargado de la vigilancia de
las mencionadas áreas cinegéticas, quienes a su vez, son sus acreditados portavoces los delegados de
señalar el supuesto auge del furtivismo que se padece en Asturias, situación
que de confirmarse, pondría en duda la eficacia de este servicio en el
seguimiento y levantamiento de actas de episodios de naturaleza tan reprochable.
Es de pura lógica entender que, a mayor nivel delictivo, conlleve
proporcionalidad cuantitativa en lo referente al número de denuncias.
En cuanto a
otras organizaciones contrarias al buen ejercicio de la caza que también se
apuntan a inducir estas causas, debemos entender que siguen el ritual de su
procedimiento costumbrista. Forma parte de una narrativa en forma de sórdido
relato con el objetivo de acumular desprestigio sobre la actividad cinegética.