El libro EL OSO PARDO EN ESPAÑA (obra magna, pionera y extraordinaria por su completa y variada metodología pedagógica) que con tanto acierto nos dejó escrito el Ilustre Doctor Ingeniero de Montes D. Rafael Notario Gómez (Ingeniero Jefe de la 8ª Región de Caza y Pesca Continental, Asturias y Cantabria, período 1960/71) a decir de los expertos, uno de los mejores gestores que haya tenido el ordenamiento cinegético español del siglo pasado, recoge aspectos muy interesantes sobre la densidad habida de este plantígrado en las áreas especificas de su ubicación. En aquel tiempo, localizar a este animal y avistarlo, en su medio natural, con los medios de que se disponía, hacerle un seguimiento de sus hábitos y costumbres, en definitiva de sus vivencias, suponía un verdadero esfuerzo y un claro ejercicio de voluntad. No en vano este ingeniero recorrió, desde muy joven (sin presupuestos ni subvenciones a su alcance), de forma persistente y tenaz, la dificultosa orografía de los montes cantábricos en busca de la huella del oso, de su cría, de sus grutas de invernada, de sus querencias. Contó Notario, con la valiosísima ayuda de las veraces y precisas informaciones suministradas por sus fieles colaboradores; un personal de guardería bajo su mando y responsabilidad, expertos profesionales, profundos conocedores del terreno, alejados de retoricas y centrados en aspectos concretos de su profesión.
Los datos recogidos de cuya información disponemos, posiblemente con escaso índice de error, sitúan la población osera en la cornisa cantábrica, en torno al año de 1962, en el orden de 90 ejemplares: 50 Machos, 11 Hembras y 19 crías. Una evidente desproporción, a favor de machos, en el necesario equilibrio reproductor que, indudablemente, agrandaba las dificultades de una sostenibilidad y fomento adecuada de esta interesante especie. La Reserva de Somiedo-Asturias (con los agregados de Teverga, Proaza y Lena), la de mayor densidad, presentaba 70 Osos. La seguían los montes del término municipal de Riaño -León (Hoy convertidos en reservas regionales de caza- Riaño y Mampodre-), con 8, La Reserva de Degaña-Asturias, con 7 y por último la Reserva de Caza de Saja, en Cantabria, con 5. Son cifras que no tienen que ser cuestionadas, dado el carácter minucioso y riguroso de la personalidad de Notario, un ejemplo de vocación profesional.
Por tanto, desconsuela saber que, desde el cierre de la veda de la caza, acontecida en 1962, prohibiendo en todo el territorio nacional su caza, evitando su desaparición; después de la puesta en marcha de un ambicioso plan de recuperación, (vigente desde hace dieciocho años) en que se han invertido numerosos y cuantiosos medios (algunos responsables conservacionistas los calculan cercanos a los 8000 millones de pesetas), la situación no ha tenido el efecto de mejora deseado. Nos hablan los supuestos conocedores de la evolución de este animal, sobre una población osera actual, oscilante, según el colectivo conservacionista entre 140 y la administración regional sobre 170 individuos. Unas informaciones contradictorias que, por la naturaleza de quienes las hacen, sus responsables, deberían de ser más objetivas, cuestión que hace dudar seriamente de la capacidad crediticia de nuestros gestores de la biodiversidad y de grupos ecologistas, ante la falta de unanimidad, enfrascados como parece, en una guerra de cifras que hacen confundir a la sociedad. No obstante un dato positivo renueva las esperanzas; se ha detectado un significativo aumento en el número de hembras de oso con capacidad de procrear; de ser cierto, todo un aliciente.
(Datos recogidos del Libro El Oso Pardo en España, cuyo autor es D. Rafael Notario; editado por el Servicio Nacional de Pesca Fluvial y Caza. Autorizada la reproducción parcial por su autor.)