En
el monte, cazando, suceden muchas y variopintas situaciones. Se suele
decir una frase que ya, desde que tengo uso de razón, oía decir de
forma harto frecuente que, “la caza se hace en un instante”.
Efectivamente, estas cosas pasan; lo digo convencido desde mi propia
y larga experiencia ejercitando su práctica, centrado en la Mayor,
sin que por ello haya dejado de lado la Menor. Quizás, no todos
hayan tenido, o tengan esa sensación, pero no por eso dejo de
darles la razón a los vetustos y curtidos cazadores que acompañaba
como meritorio en un tiempo que ha quedado muy atrás, esperando
alcanzar la edad reglamentaria que me permitiese obtener el Permiso
de Armas y Licencia de Caza para iniciarme a todos los efectos en una
actividad que, en el andar de los años tantisimas satisfaciones me
ha dado, y, en la que tampoco ha faltado algún que otro disgusto o
pesar.
Para
que la caza sea un instante, no es producto de la casualidad:
requiere estar en el sitio adecuado, en el momento oportuno. Por
tanto, no será la tan manida suerte a la que tanto se acota, el
factor determinante que juegue a favor del cazador. No hay suerte que
valga. Para tener éxito en la caza deportiva resulta necesario
disponer de posibilidades, y que no falte nunca ese espiritu de
superación , convertido en el motor que mueva a ser un asiduo
activista de la práctica venatoria. Para obtener gloria, en este
caso éxitos, necesariamente hay que perseverar en el esfuerzo, lo
cual reclama estar en posesión de una fuerte capacidad de
sacrificio en todos los sentidos. Aquí nadie regala nada.
Es
cierto que la posibilidad para el cazador de realizar lances a
piezas de Caza Mayor, ha venido creciendo en el Principado de forma
sustancial, debido a la desorbitada explosión demográfica que ha
conformado una inusitada densidad y diversidad de especies
cinegeticas ( el jabalí, en este sentido, se lleva la palma), que ha
colonizado en nuestra Comunidad espacios de toda índole, incluso en
las periferias de las urbes, donde terminan las casas, y en los
espacios naturales próximos a la misma; es bastante común ver
moverse ejemplares de corzos y piaras de jabalí en su rutina diaria
marcada por la busqueda de alimentación en algún que otro
contenedor o papelera.
Por
tanto, debido a esto, una
pieza, en este caso me
referiré a la de caza mayor,
versión jabalinera,
se nos puede presentar sorpresivamente,
sin estar acosada, solamente que pasaba por allí, regresando
de su rutina diaria en busca de alimento, muy
posiblementre buscando
un lugar
terrenal donde asentarse. Es decir: la caza en un instante. ¿A quien no le ha sucedido?