Es cierto que los cazadores asturianos nos encontramos suficientemente cualificados y con organizaciones debidamente estructuradas para encargarnos del control de este cánido. Pero ello no será óbice para que desde la administración regional, se nos conceda el plácet a unas pretensiones que estoy seguro son legítimas, pero que no han sido atendidas, ni lo son, y tampoco lo serán, al menos mientras las cosas persistan en actitudes tan sumamente contrarias al sector cinegético.
Es el principio de una ideología primaria, la del ultra-conservacionismo imperante instalado dentro de las instituciones públicas relacionado con el medio ambiente y todo lo que de él se desprende que cercena por imposición directa cualquier atisbo de representatividad para la caza en cuestiones de esta índole, así como otras de parecido rango. Entre sus premisas está, sin duda, erradicar, en la medida que les es lo posible, la actividad venatoria, tal y como en la actualidad se entiende y practica, un ejercicio deportivo que condenan y persiguen sus enemigos. Lo veremos sin paliativos, aunque sin fundamentos, por carecer del valor propio de la racionalidad.
Cazar el Lobo en las Reservas Regionales por los cazadores y en aquellas otras áreas Asturianas cuya naturaleza se encuentra clasificada como de especial protección, incluidos cotos regionales con alta densidad de este voraz carnívoro, es una utopía inalcanzable. Desde la Consejería el mensaje es diáfano en cuanto un cambio de rumbo en la gestión y regulación demográfica de este depredador. La caza, por definición, no tendrá cabida en una situación de equilibrio del Lobo. Muchos y significados elementos juegan en contra para que esta alternativa opcional se constituya en una situación de facto.
Al respecto, ha habido un nuevo posicionamiento, diría una oferta, todo un plan de trabajo, en busca de consenso con la Consejería del ramo, que autorice a la caza, con su ejemplar ejercicio, a constituirse en la unidad y mecanismo paliativo que genere una eficaz involución a la vez que otorgue réditos económicos, dentro de los parámetros de normalidad que se requiere para la presencia cuantitativa de Lobo en territorio astur.
Ardua tarea, difícil compromiso la de convencer al Principado para que declare el lobo especie cinegética. Cualquier cosa, antes que eso. Los compromisos legislativos se lo impiden y también su convencimiento. Emplearán otros métodos más lesivos para las arcas públicas, antes de dar el brazo a torcer.