Es evidente
que el jabalí ha irrumpido en cierta medida en la civilización. Merced a lo
cual la propuesta de esterilización de jabalíes en libertad que sirva como proceso
en aras de reducir sustancialmente esta especie, de manera especial, en zonas
donde habitualmente tienen sus asentamientos más numerosos, en orden a una
elevada y desproporcionada densidad, campando con sus nutridas piaras en los
alrededores de importantes núcleos de población, clasificados como zonas de
seguridad y otras singularidades, en donde la caza está prohibida, supone para
los inductores de este pretendido proceso, la razón más efectiva en cuanto a
conseguir paliar daños a damnificados, producidos por este animal en terrenos
de cultivo agrícola.
Paralelamente
a esta pretensión se prodiga el deseo, por parte de algún que otro regidor
municipal, de que la caza no tenga presencia activa en dichos municipios en
cuanto a producir extracciones que permitan reducir sensiblemente el nivel poblacional de jabalíes
en aquellos contornos. En tal sentido ya se han producido los primeros
movimientos con la finalidad puesta en erradicar la caza, en cualquiera de sus
modalidades, en la municipalidad de los terrenos en donde se quiere adoptar
este tipo de medidas. Esa, y no otra, es el motivo que anima a los munícipes de nuevo cuño a
declarar su pasión por este contubernio que se cierne sobre la venatoria
Para los
cazadores debemos considerar esta novedosa situación, como un ataque frontal,
en toda regla; un deseo “justiciero”, promocionado desde sillones
consistoriales en donde la afinidad ideológica de gobernantes con mayoría en
comandita enraízan sus creencias desde un mal entendimiento de lo que la
cinegética supone para el conjunto de la sociedad. Olvidan la dimensión
económica innegable que la caza tiene, haciendo caso omiso, sin importarles la
transcendencia de las consecuencias sociales que ello implica. Por tanto creo
que deshabilitar a los cazadores de la oportunidad de proceder a la regulación
de especies silvestres, clasificadas como cinegéticas, no supone ser un procedimiento adecuado, al
que los cazadores, por obligación, se
nos quiere arrebatar.
El
resultado final que se prevé conseguir por medio de un método tan sumamente
costoso y me atrevo a decir que inútil su intento en todos los casos, como es
la esterilización, en este caso concreto,
de jabalíes, difícilmente alcanzará los fines que se prevén conseguir.
El jabalí es un animal salvaje que no se presta con facilidad a ser abatido o
reducido. Su trayectoria vital desde los confines de los tiempos así nos lo ha
transmito. Sus condiciones naturales que le hacen ser privilegiado y el medio
en donde en la actualidad mantienen sus asentamientos, les permite alcanzar,
dada la fecundidad de sus hembras, una
elevada demografía adaptándose a
cualquier circunstancia cambiante, aun en los peores extremos. Este cerdo ha
encontrado en el abandono del campo, refugio,
seguridad y comida; también en la erradicación en países del primer orden de la
“fiebre porcina”, sus pócimas que le han hecho incombustible para seguir su
ritmo creciente que le ha permitido expandirse por todo el orbe a pesar de la
cantidad de sus cuantiosas extracciones (es la especie silvestre mas perseguida
y con mayor número de bajas en nuestro planeta) en innumerables monterías,
batidas, aguardos, etc., su principales
enemigos. Seria largo y prolijo enumerar otras causas, solamente a grandes
rasgos, me he permitido la licencia de definir, según mi criterio, aquellas más notorias, consecuencia directa
de su elevada densidad.
Reducirlo
con un aprovechamiento natural, solamente a niveles de sostenibilidad, es
posible considerar que solo esté al alcance de los cazadores. En los anales
conocidos sobre su historia, ninguna enfermedad lo ha destruido
suficientemente. Cualquier oportunidad para sobrevivir es aprovechada al máximo
por sus instintos. Por tanto carece de valor real el intento de
desnaturalizarlo aplicando formulas artificiales que, indudablemente, ofrecen un panorama desolador sobre la conciencia de
los autores de esta discriminación, además de un fracaso.