En aspectos de una pretendida regeneración democrática de la caza ¿cómo
sería esto y, referido a qué, en concreto?
Si algo se pretende hacer en este sentido, caso de que procediese
hacerlo ¿por dónde se habría de empezar y de que maneras? Por tanto, bueno será que los divulgadores de estas iniciativasal
se expliquen y no queden sus propuestas
en lo meramente de un sibilino impulso
renovador.
Es seguro que hay voluntad en ciertos sectores conservacionistas
de la biodiversidad con tendencia general a simbolizar intransigencias hacia la
actividad cinegética, de establecer y
dirigir debates en el seno de la sociedad que concluyan en un sistema
legislativo que oficialice el rechazo
radical. Todo un síntoma inequívoco de pura aversión hacia el mundo de la caza se constituye en el síndrome que identifica a
este tipo de propuestas, por otra parte
innecesarias.
Pero los cazadores anta tanta retorica contraria a su gremio,
nos volvemos escépticos por el temor
premonitorio que nos embarga ante la
anunciada pretensión de una reforma pendiente de precisar en lo sustancial que
mucho nos tememos a quienes nos preocupa, sea extremadamente agresiva, cuando
menos de pleno desahucio, visto antecedentes, sin derecho a retorno para el
deporte de la caza, caso de cristalizadas
algunas opciones.
Dentro de lo que es la venatoria, existen corrientes
distintas, muy diferenciadas en cuanto a concepción, práctica y estado participativo.
No obstante, considero como posible ajustar la referencia de dos versiones, por
ser las de mayor significado. La denominada caza comercial y la representación de la caza social son las esferas que mueven el universo cinegético. Me referiré en
primer término a esta última, es seguro,
la de mayor graduación equitativa, dado el carácter que ostenta de los
innegables principios garantes de igualdad que luce a través del asociacionismo que simboliza.
No encuentro en la caza social, aspectos que permitan dudar de
lo que su propio nombre indica, y, por tanto, por deriva lógica, consecuente
con el ideario de la formación que representa y defiende. Dentro de este orden,
el carisma liberal de la caza social,
parte de la base de los propios estatutos y reglamentos de régimen
interior que ordenan su actividad.
Son normas las que rigen, nacidas del consenso, establecidas
en los respectivos procesos asamblearios. Sufragio para elegir directivas
mediante el método de un cazador, un voto. Un sistema, sin ánimo de lucro, que tiene como
denominador común, garantizar a su
numerosa colectividad participar en condiciones de ofrecerles un reparto distributivo
equilibrado, garante de la igualdad de oportunidades,
En cuanto al método comercial, ciertamente es una actividad dispar,
carente de empatía en relación con los valores habituales que la caza social
sostiene y lucha por mantener. No es un claro ejemplo al que referirse puesto
que las alternativas que ofrecen este régimen a los usuarios, en la mayoría de
los casos, usurpan los conceptos básicos que forman el estilo ético que se requiere. Indudablemente es una actividad economicista.Una poderosa industria que busca
rentabilidad. Un Club selecto, de
marcadas diferencias culturales y económicas. Bien es verdad que los patrones
que rigen este mercado generan cuantiosas riquezas; son motivo de creación de numerosos puestos de
trabajo, directos e inducidos, en sectores de toda índole, cuestión muy a tener
en cuenta, si alguien encaramado en el poder inicia una ofensiva en su contra.