Realmente
es un absurdo que descubre la inoperancia de unos responsables. La de ahuyentar
osos con disparos de pelotas de goma; fuegos de artificio u otros métodos nada
edificantes, cuando algunos de estos plantígradosmerodean en las cercanías de núcleos rurales,
supuestamente próximos a sus hábitats. Una medida conminatoria que obligue al
oso a retraerse en lo sucesivo en sus andanzas mundanas por aquellos lares,
buscando alimento allí donde lo hayay
se lo pueda procurar.
Que
el Oso Pardo Cantábrico en Asturias ha sufrido de los rigores de una creciente
demografía, es un hecho que no se puede contradecir. Lo hizo en orden a una
progresión cuantitativa, para mí parecer, muy lenta, quizás, por las
dificultades que entrañaba salvar un obstáculo de importantes proporciones como
ha sido la autovía del Huerna, que en su
recorrido vertebra la comunidad asturiana en dos zonas territoriales: oriental
y occidental, resultando haber sido un autentico problema para que se
cumpliesen los ciclos biológicos de procreación de este animal, pues no ha
permitido a las poblaciones oseras de ambas vertientes que se registrasen
encuentros para la unión de sus genes.
La
zona oriental de la cordillera ha sido la de un significativo menor crecimiento
debido a una exigua paridad numérica
(relación machos-hembras) puesto que el desfase proporcional muy inferior en
número de hembras en esta área imposibilitaban un mayor nivel demográfico.Las malas prácticas del furtivismo, ha sido,
sin duda, otro de los factores claves, que ha tenido nuestro oso para salir de
su letargo, que no es el invernal, para expandirse convenientemente a través de
losmontes de nuestra exuberante
cordillera cantábrica.
Es
posible pensar que el protocolo que exige normalizar acciones que puedan llegar
a ser peligrosas de los denominados ejemplares problemáticos, es de suponer
referido al oso y no otros, puesto que nada se dice al respecto, incluya esta
clausula tan depravada en visión y prevención de un futuro poblacional
halagüeño para esta especie (actualmente censados, según nos dicen, unos 200-220
individuos)y que susola presencia, tenga el cariz de la
cotidianidaden unaconvivencia cercana con los humanos que no
entrañe peligro para la integridad física de las personas, bienes y cosas.
Conviene reflexionar y ser precavido sobre algo que parece lógico se produzca
en un tiempo no lejanorelacionado con
un mayor nivel poblacional.
El
Oso Pardo en la cordillera cantábrica ha dejado de ser una especie en verdadero
peligro de extinción comprometiendo su futuro hacia un crecimiento sostenible y
racional en cotas superiores referente a un orden numérico de ejemplares. Los datos obtenidos y manifestaciones
vertidas por responsables encausados de su protección y fomento nos invitan
aloptimismo. Alguien, supuestamente versado
en estas lides, pretende que esta tierra de pequeñas dimensiones (-10.000 kilómetros
cuadrados) albergue en sus entrañas una capacidad de acogimiento de esta
especie, seguramente muy superior a la que se necesita para una estabilidad
futura. Nos hablan de la necesidad de alcanzar la cifra de -.1000 ejemplares de
oso; punto de partida para consolidar una regeneración sin atisbos de retroceso
de este animal. Algo que, con todo respeto, me declaro abiertamente opuesto,
pues considero sumamente innecesario llegar a tan referenciada cantidad.
Una
situación de características sobredimensionadas acarrearía a los lugareños un
tipo de consecuencias no deseadas, obligándoles a la adaptación de medidas
precautorias, aspectos que nunca se deben de abandonar y si tener siempre
presentes, diga quien diga lo contrario, en defensa de sus haciendas y la
salvaguarda de sus vidas. Realmente no sé lo que se pretende con la adecuación
a cifras tan desmesuradas. No son necesarias, estoy seguro: conmenos osos nos conformamos y serán
suficientes para que este icono de la fauna astur, vecino ancestral del pequeño
país que habitamos sus nativos y residentes, situado tras la cordillera cantábrica,
bañada por las brumas del mar bravío que le da nombre, tenga un sitio
preferencial y quedan eximidos de ser tratados con desconsideración, por mor de
unas prácticas lesivas improcedentes y faltas de estilo ético y humanista.
En
estos términos me pronuncio, puestoque
el oso tiene que tener su espacio, ni más, ni menos. En un tiempo relativamente
corto, de seguir estas tendencias alcistas, el oso volverá a su estado primigenio
que le caracterizó, aquel de los siglos anteriores al XX, en donde era caldo
abundante por estas latitudes norteñas hispánicas. Solamente que, dada su
especial protección, rebasará con creces las expectativas de crecimiento.
Veremos cómo se resuelve la integración cercana al hombre.